El lugar elegido para la cena es el salón del trono.
Lluís Domènech i Montaner, uno de los máximos exponentes del Modernismo catalán, diseñó uno a uno los 3.000 metros cuadrados habitables de Santa Florentina. Con su equipo de los mejores artistas y artesanos de la época, introdujo vitrales coloreados con símbolos religiosos, grandes piezas de mármol con mosaicos para los suelos, maderas talladas y artesonados para los techos, vidrieras, cerámicas, hierro forjado y esculturas que armonizan un equilibrado espacio lleno de color, luz, formas y volúmenes.
Un espacio único y mágico, donde poder tomar una buena comida en compañía de la familia y de los amigos de toda la vida.
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